domingo, 12 de agosto de 2012

Dulce.

Me aventuro a decir que tenías canela.

Mi mano diestra, inmóvil frente a mi rostro, un poco pálida, un poco rosada, pero sobre todo, caliente. Contenía tu esencia, parte de tu ser.

Me habría gustado ver mi cara al contemplar más que mi piel, tu tacto, tu miel. Exacto. No era mi mano lo que veía, ni siquiera la miraba a ella, ya la conocía así que no me importaba. Era lo que estaba impregnado en ella: Tú.

Yéndome a un lugar apartado, con la respiración contenida en mi nariz, con las pulsaciones más rápidas que antes, dirigí mi mano hacia la mitad de mi cara, con la palma extendida. Solté un poco de aire antes de olfatear, y después, inhalé profundo, con toda tranquilidad y lentitud, "disfrutando" el momento.

Se me hizo un poco raro, sí, verme haciendo eso, en esa situación, pero me dio igual. Volví a hacerlo, tratando de captar tu aroma. Tratando de retenerlo. Debo decir que creo que me llegó hasta el cerebro, porque mi nariz no lo percibió desagradable, sino, hasta eso, sutil.
Aunque poco fue, quedó en mi mano, y más tarde, en mis recuerdos del presente.

Después me quedé pensando si el resto de tu ser sería lo mismo.

No sé. Lo quiero saber.

No hay comentarios: