martes, 15 de junio de 2010

Eternal Sonata

"El destino se encargó de mostrarnos que los dos somos un alma partida a la mitad. Preguntándonos el ¿por qué? Nuestro encuentro fue algo más que casualidad. El latido del corazón es igual ahora en los dos."

No sé si el destino se burla de nosotros, si Cupido nos da la espalda y hace que no nos conoce, si la suerte nos esquiva y somos invisibles ante el amor.

"Si nuestro destino es siempre vagar, escudándonos en la oscuridad, vamos bailemos un vals por toda la eternidad.."


¿Gustavo?

Pronunció quedo con los ojos cerrados, sólo buscando a su hermano por medio de cualquier sonido que éste emitiera.

A pesar de que no obtuvo respuesta alguna supo que ahí estaba él.

Levantóse ella caminando a ciegas apoyándose en el respaldo del sillón y caminó lentamente hasta el blanco piano de cola donde se hallaba éste sentado sobre el banquillo.

Un muchacho delgado, de blanca piel y denso cabello oscuro fijaba su vista en el hermoso piano que se hallaba delante de él. Vistiéndo ropas finas y elegantes, desvió lentamente su mirada hacia la joven que a ciegas se le acercaba.

-Camina bien tontita, abre los ojos.

Dijo con unz voz serena y se hizo a un lado para que la joven pudiera sentarse.

-Toca para mí, ¿si?

El muchacho levantó despacio los brazos posándolos con ligereza sobre las perladas teclas y con un movimiento ágil comenzó a entonar una suave melodía.

-Dime, Gustavo, ¿por qué la vida es injusta- sin esperar a que éste le respondiera continuó-. ¿Por qué los que menos culpa tenemos, somos los que más sufrimos? -repentinamente volteó a ver al joven que ensimismado en la música movía velozmente las manos.
La efímera melodía se estaba tornando pesada, triste, melancólica, dolorosa...

La joven sentada a su lado miraba con fascinación cómo revoloteaban las blanquecinas manos de su joven "hermano". Miró la cara de éste, con una expresión alterada y un tanto frustrada; el ceño fruncido y la mendíbula ligeramente apretada.

Suavemente ella apoyó su cabeza sobre el hombro de éste y le sujetó despacio la mano izquiera, que era la que más quedaba a su alcance, y la retiró del piano despacio.

Gustavo dió un fugaz movimiento y con brusquedad bajó la tapa del teclado, haciendo un sonido hueco en el resto de la habitación.

Densas lágrimas caían por ambos rostros, y un silencio quizá para entes extraños se apoderó de todo.

Ése silencio entonado por los dos, era la respuesta que ellos querían.

Así pues, él suavemente le acarició la cabeza, entrelazando los dedos en su oscuro cabello; ella se aferró fuertemente a su mano y miró caer sobre éstas lágrimas de ambos.

-No lo sé.

Susurró él y apoyó despacio su cabeza sobre la de Eliza, sabiéndo los dos, que no estaban del todo sólos, que quizá el amor no había sido hecho para ellos, pero ya no importaba mucho, al menos mientras tuvieran a alguien a quién abrazar y alguien para quién tocar.

1 comentario:

~Gusti~ dijo...

TT_________TT Eso fue hermoso y trágico. Poder contar con vos hace que todo sea más sostenible, y aunque parezca que nada está bien, saber que lejos de mí hay alguien que se preocupa y que me quiere, me hace sentir mejor y aliviado *abrazo* Ya vas a ver que después de todo vamos a tener lo que merecemos