martes, 26 de octubre de 2010

Capítulo 1

Hasta apenas hace 4 días, o algo así, yo era “normal”, hasta que me hicieron unos estudios y me encontraron una enfermedad donde tenía algo que ver con los pulmones y el cambio de lugar.
Ahora estoy viviendo cerca de un bosque, casi en el campo, alejado de la ciudad, los autos, la contaminación…
Voy a una escuela que queda atravesando parte del bosque. No está tan lejos, pero tengo que levantarme temprano, no puedo ir caminando por que se rumora que han ocurrido unos cuántos accidentes, pero yo digo que son sólo rumores; lo que pasa es que la gente se pierde en el camino que hay que cruzar para llegar al otro lado de la “ciudad”.
Y bueno, ahora estoy empacando para cambiarme de casa.
Atrás… dejo mis amigos, dejo mi hogar desde de que era niño… Atrás dejo mis sueños e ilusiones, dejo un amor que puedo llegar a ser… para comenzar una nueva vida…
La casa es acogedora, como todas las casitas campestres que salen en esas películas viejas que ya nadie ve.
Afuera hay un columpio, mi madre mencionó algo así de que tal vez me gustaría estar en él , y tiene razón, tal vez, así que la idea del columpio no está en mis planes.
Oí decir a mi padre que ya era hora de que empezara a conocer chicas, y comenzó a anotar la dirección de algunos lugares del pueblo donde se reúnen los jóvenes de ahora.
Realmente esa idea no me parece… pero si le dijera algo empezaría a decirme sermones, así que sólo me resignaré a aceptar la hoja, hacerla perdidiza y fin del asunto.
-Ya verás muchacho, que tendrás muchas chicas a tus pies.
-… Si papá-y sin decir más tomé la hoja.
-Sube a sacar tus cosas, daremos una vuelta por el lugar, no quiero que te extravíes cuando salgas con chicas.
-Pero... Si papá-y me desaparecí rápidamente a la que se supone debía ser mi habitación.
Él, al igual que yo, no estaba tan familiarizado con el lugar.
La habitación tenía sólo una ventana, y era la más amplia de todas las habitaciones, tal vez por eso ese era mi cuarto; la cama estaba cerca de esta, del otro lado de la habitación había un baúl grande, quién sabe qué habrá dentro, pero no revisaré por ahora.
Saqué una playera de una maleta y me la cambié en lugar de la que traía.
Bajé pisando con cuidado cada escalón por que parecía que iban a romperse en cualquier momento.
-Ya le avisé sobre eso a tu padre, dijo que él lo compondrá.
-Qué?! No, madre tirará toda la casa! Por qué no le—
-Ya sabes cómo es tu padre, se sentirá ofendido.
-… Pero si le dices tú no creo que…
-Alex… Si lo haces cambiar de opinión llamaré a alguien para que venga a hacerlo.
-Gracias madre.
-Está afuera esperándote.
Salí agradecido de que mi madre me diera esa oportunidad, soy hijo único así que mi padre a veces me da lo que le pido.
-Listo muchacho?
-Ehh… Si papá, ehm pero antes quiero comentarte algo sobre las escaleras.
-Ah eso! Si, ya hablé con tu madre y me dejó repararlas, crees que no quería?-dijo soltando una carcajada de triunfo.
-Si por que, como te has de dar cuenta, cada vez que tú—
-Bueno, andando que tienes que conocer todo y memorizarlo para dentro de tres días.
Y me empujó hacia el auto sin poder decirle que, cada vez que trata de “componer” algo, lo hecha a perder más de lo que estaba y lo deja imposiblemente útil.
**
Estacionó el auto en una gasolinera a las entradas del pueblo, esta tenía un letrero en luces neón, que por el día no se veía e igual le faltaban algunas letras, si estuviera completo diría: “El paraíso de los Autos”.
Con un eslogan que da lástima:”Dejamos a tu auto como si hubiera entrado y salido del cielo de los autos”.
Y aunque mi padre no quisiera aceptarlo, nos habíamos perdido.
-Tranquilo hijo, ya lo tengo todo controlado-dijo entusiasmado.
-Eso me suena a que no-susurré entre dientes.
-Vamos hijo, hay un teléfono por ahí cerca--
-“Por AHÍ cerca”?! Papá, dónde es por ahí cerca!?!
-A unos… 2 y medio kilómetros de la gasolinera, lo vi hace rato.
-Qué!? Y bueno, al menos ya sirve el auto?
-Mmm… No pero uno de los 2 debe ir hasta allá y el otro quedarse a esperar el auto, cuando el auto ya esté listo, el que se quedó aquí, irá hasta donde está el otro.
-Está bien…
-Pero como tú eres menor de edad no puedo dejar que conduzcas 2 kilómetros y medio así que…
-QUÉ?!
-Vamos Alex, sé un buen chico y camina por tu padre.
-Pero si tú nos metiste en este problema! Le llamaré a mi madre y le diré que nos perdimos, ella vendrá por nosotros y listo.
-Vamos! No necesitamos de tu madre, ya resolví el problema.
-No es cierto.
-Anda, además tienes que ir ca-mi-nan-do no irás corriendo.
-Y si me pierdo yo solo?
-Eres demasiado listo para perderte, llevas un teléfono y si pasa algo gritas.
-No gritaré en medio de la carretera-me negué.
-Bueno, sólo corre-dijo sin importancia alguna
Le respondí con una mirada asesina.
-Tienes razón…no creo que sea buena idea-dijo casi para sí mismo.
-…Oiga, señor?!
El dueño de la gasolinera de seguro escuchó la pelea.
-Si? Ya está el auto?-preguntó mi padre.
-No, no es eso… permítame entrometerme, pero, piensa usted mandar al muchacho solo por el sendero del bosque?-preguntó atónito el señor.
-Así es señor, gran idea no?-alardeó mi padre orgulloso.
El hombre lo miró como si estuviera viendo a un niño hurgar en su nariz.
-Oye chico!? Cómo es que te llamas?-me preguntó.
-Alex..-respondí dudoso y desconcertado.
-Alex… -meditó un poco como si estuviera analizando mi nombre-fue un gusto conocerte.
Se prolongó un silencio que fue roto con una de las estridentes risas de mi padre.
-Tan buen humor tiene la gente de aquí? Entonces nos llevaremos bien.
El dueño volteó nuevamente y lo miró con el ceño fruncido.
-Por qué no va a ver si ya está su auto?-le sugirió como quien quiere correr a alguien entrometido.
Mi padre dio media vuelta y caminó presuroso hacia el coche.
-Muchacho?-me llamó de nuevo.
-Si?-pregunté amablemente y me giré a ver al dueño.
Viéndolo bien, no parecía hombre de fiar; llevaba una camisa a cuadros roja como de talador de árboles, unos pantalones de mezclilla llenos de grasa y gasolina, unas botas viejas y desabrochadas. En la cabeza tenía un sombrero de paja, su barba era algo crecida y descuidada, y blandía una pipa de madera en la mano, su cabello.. podría describirse como una maraña de pelos grises.
No quise imaginarme qué pasaría si algún día tropezara y su pipa, estando prendida, le cayera en los pantalones manchados.
-Si fuera tú, no le haría caso a tu padre.
-“Si fuera usted, no fumaría teniendo los pantalones así”-pensé-No lo hago muy a menudo-dije algo avergonzado.
-Mira, te doy un consejo.
-No hacerle caso a mi padre jamás?-pregunté en tono burlón.
-No-negó con su flacucho y arrugado dedo-eso sería una sugerencia. Mi consejo es que siempre lleves contigo una navaja.
-Lo dice por mi padre?-exclamé sorprendido- Escuche, si pretende usted que asesine a mi padre—
-No te estoy diciendo que la uses y menos con tu padre , sino que la lleves contigo, ya sabes, por si las dudas…los rumores…
-Dudas? Rumores?... Señor, podría ponerme al tanto de esos rumores?
-Claro muchacho acércate-y me hizo una seña con la mano.
Aunque lo dijo con calma dudé en acercarme y por un momento pensé en gritarle a mi padre para que viniera. Tal vez eso del arma no está de más.
Sin remedio a rechazar la invitación me acerqué y entramos juntos al local.
En la pared habían cuadros viejos, todos enmarcados en madera con rostros de diferentes personas.
Algunas fotos estaban en blanco y negro y una que otra le faltaba un pedazo.
-Quiénes son?-pregunté curioso.
-Visitantes como tú.
-Ahh…
Me acerqué a la pared mostrando interés en saber más de la historia.
-Y… ellos qué tienen que ver?
-Ya viste cuántos cuadros son?-preguntó señalando con la pipa la singular cantidad de 17 cuadros.
-Si..son 17-dije tranquilamente seguro.
-Si… 17 …
Dijo y después guardó un largo silencio.
Se quedó sentado en la silla como estatua sin cerrar los ojos y se quedó mirando hacia un punto fijo.
Al parecer mi presencia ahí era nula.
Seguí examinando los cuadros uno por uno.
En uno algo grande ,había la foto de una familia que constaba de dos hijas pequeñas y dos padres, todos eran rubios y de tez pálida. Había otro cuadro donde había un hombre con una caña de pescar y al final de esta colgaba un pez enorme, a su lado había un muchacho pelirrojo menor de edad que tenía su mismo color de cabello.
Habían otros cuadros con más gente, tenía diferente color de piel y de cabello, y en todas habían niños que no sobre pasaban los 17.
De pronto sentí una mirada sobre mí.
El dueño me observaba como si le doliera el hecho de verme.
-Si?-pregunté algo incómodo.
-Cuántos años dices que tienes?
-Tengo 16…por qué?
-Cuándo cumples los 17?
-El 28 de Septiembre, por qué?-pregunté un poco exasperado.
-Mmm …qué día es hoy?-preguntó entre cerrando los ojos.
-Es 21 de Agosto.
-Mmm ya falta poco para tu cumpleaños…
-Señor?-le pregunté molesto-podría decirme por qué me pregunta todas esas cosas??.
-Mmm por nada muchacho…por nada-dijo y me examinó inhalando del humo de su pipa.
Ladeé la cabeza molesto, qué le importaba a ese viejo la edad que yo tuviera, el día que fuese hoy y la relación con los cuadros.
-Sabes?-preguntó levantándose poco a poco de la silla-Las familias de estos cuadros han venido a vacacionar, como tú… cómo de cuánta edad ves a los chicos?-me dijo y señaló los cuadros con la pipa.
-Pues… parece que no tienen más de 16 o 17-dije y me encogí de hombros.
-…Tienes toda la razón muchacho… Por cuánto tiempo te quedarás?
-Creo que de por vida…
Me miró como si viera algún fenómeno.
-Disculpe, le molestaría explicarme todo lo que pasa? Por qué me pregunta cosas personales? Cómo sé que puedo confiar en usted? Por qué quiere saber cosas mías?
-Chico…-tomó asiento- Esas familias con vidas normales, han venido a vacacionar aquí. Como puedes ver, todas tienen familias, y tienen hijos, jóvenes como tú. Como dices, no sobre pasan en las fotos los 16 o 17, algunos oscilan entre los 5 y los 8… Y así fue para siempre…
Lo miré confundido.
-Señor..emm podría explicarse mejor?-pregunté cortésmente.
-Esos niños no sobre pasan los 17 años, y sabes por qué!?-se levantó un poco rápido para la edad que parecía tener- Por que todos han muerto aquí antes o al cumplir esa edad, exactamente los 17!!
Gritó exasperado y escupiendo un poco de saliva, algo realmente desagradable.

Me miró con ojos desorbitados, y estaba rojo, no sabría decir si de furia o no sé de qué, se le marcaban las venas en el cuello.
Más bien parecía que estaba punto de sufrir un infarto.
-Ehh … Está usted bien?-le pregunté en un buen tono y arqueando una ceja.
-Yo sí muchacho… pero tú… Lo estás?-dijo entre cerrando los ojos.
-Emm sí!?-pregunté irónicamente- Por qué no debería de estarlo?
-Ya te puse al tanto de las dudas … Ahora te hablaré sobre los “rumores”
-Está bien-dije tranquilamente.
-Bueno muchacho, presta mucha atención y hecha a andar tu imaginación…
“Hace 15 años, una familia que constaba de una madre, un padre y una hija llamada Melissa. Recuerdo su nombre por que su madre le gritó por que se alejó de ellos. En ese entonces ,yo tenía 40 años, era tan joven…
Esa familia parecía ser de ese tipo de familias felices, la madre era ama de casa y el padre mecánico o algo así, la niña tendría unos… 12 años, quizá.
Fue un caluroso 30 de Agosto, cuando salió el “accidente” en el noticiero.
El auto fue encontrado, al fondo de un barranco, había sangre por todas partes, los vidrios rotos, bueno, ya te imaginas; faltaban 3 puertas , estas parecían haber sido arrancadas, por que no estaban en ningún lado; la familia estaba desaparecida, y en el auto habían marcas de rasguños como de tigres.”
Ese, fue el primer acontecimiento que ocurrió en este lugar. Año con año, por estas mismas fechas, han ocurrido acontecimientos así, y en un principio cada caso era diferente, pero todo tenía que ver con lo mismo: Rasguños, barras de metal y fuerza.
Se prolongó un enorme e incómodo silencio.
-Ni los policías locales han podido encontrar a los culpables ni a los cuerpos. Y cada caso es estremecedor.
No sabía si reírme… o empezar a temer.
-Pero sabes? Algo me dice… que habrá cambios este año…
Lo miré desconcertado mientras él parecía examinarme.
-Alex!!-gritó mi padre desde afuera.
-Y-ya voy!-le respondí y sin dejar de mirar al hombre de la gasolinera.
-Por cierto, me llamo Jim-me dijo como si le hubiera preguntado su nombre.
Salí asintiendo torpemente con la cabeza.
Mi padre estaba cerca del auto, caminé lento hacia él y a través de las ondas de calor, alcancé a ver una mancha café cruzar de un lado a otro en el sendero que divide las afueras de la pequeña ciudad.

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