miércoles, 11 de diciembre de 2013

Me disgustaban muchas cosas de él, cosas que incluso nunca le dije.

Me disgustaba ... Realmente no sé por dónde comenzar ni qué decir. Quizá se deba a que estoy sensible y no tengo algo en qué distraerme.

Ya recordé algo. Me disgustaba su apatía. 
Me disgustaba su poca comunicación.
Me disgustaba incluso que no mostrara interés. Que no tuviera ni la dedicación. Que no se tomaba atenciones para conmigo.
Me disgustaba que comiera cualquier cosa casi en cualquier lado.
Me disgustaba, más que nada, su falta de decisión. De participación y proposición.
Me disgustaba que no me hacía sentir especial, o la única a la que él quería.
Me disgustaba que muchas veces parecía no poner atención a lo que le decía. Y cuando lo hacía, parecía no importarle. 
Me disgustaba su indiferencia.
Me disgustaba su falta de compromiso.
Me disgustaba... Creo que estoy enojada, y quiero seguir diciendo más cosas pero no recuerdo nada. Tampoco es que vaya a mentir acerca de él para poner más relleno aquí. No.

Pero dentro de todo eso, lo que más, más me disgustaba, era verlo llorar.
Bueno, me explico.

Lo que me molestaba era verlo llorar y no poder hacer nada.

Me molestaba que, si era yo su novia, no confiara en mí para contarme sus problemas. Claro que, no es que pudiera hacer mucho pero... debía confiar en mí. ¿Por qué? Porque (siempre le dije esto) aparte de novios, éramos amigos (supongo que lo somos ahora ...). Siempre le dije que podía contarme lo que le sucedía, confiar en mí, contarme sus cosas (ah, recordé otra cosa que me disgustaba de él, tampoco era detallista (no le pedía yo que me hiciera una escultura pero una rosa, un dulce, un chocolate, algo. Nunca le pedí de más). 

Me molestaba que yo me sentía mal porque no podía hacer nada por él para que se sintiera bien, debido a nuestra falta de comunicación... yo no podía leer su mente, y aunque hubiera podido, él no me habría dejado.

Me disgustaba verlo llorar por la expresión que tomaban sus ojos. Siempre fueron tristes, decaídos, faltos de brillo. 

Imagínense unos ojos cafés, casi color miel, pero faltos de calor, faltos de todo. Sus ojos eran de un castaño-gris. ¿Cómo es eso? Pues sí, eran castaños con esencia gris. Nunca dijeron más de lo que dicen los ojos: nada, pues los ojos no hablan.  Si los suyos hablaran... No. Serían tan silenciosos y reservados como él, no dirían nada. Eran como mirar un muro. 
 Sin embargo me encantaba su manera de mirarme (bueno ese es otro tema, por ahora "estoy molesta").

¿Qué más...? No sé. Realmente no puedo decir ya nada. Bueno, sí, una última cosa. 
Me molestaba que no supiera lo que yo quería. Está bien, eso fue muy infantil. 

Supongo que había muchas cosas que me molestaban de él pues perfecto no es. Pero nunca le dije lo que me molestaba, porque no quería porque supongo que estaba bien así. Siendo él.

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