lunes, 10 de mayo de 2010

Antes de que sea demasiado tarde... Antes de que el tiempo nos alcance...

Ocurrió hace algún tiempo, en un lugar que casi nadie conoce, fue testigo el cielo, el sol y las nubes de una tierna historia...

Ésta es la historia de Danae y Nicolás, quienes juraron ser mejores amigos por siempre, y que nada jamás iba a cambiar eso y que jamás se iban a separar.

Amigos desde pequeños, poco a poco como ellos fue creciendo su amistad, pasaba el tiempo y como juraron a la tierna edad de 8 años, siempre serían amigos.

Nicolás como muestra de su amistad hacia Danae le regaló un silbato, por si ella necesitaba de él, sólo tenía que soplar y ahí estaría él.
Ella no supo cómo agradecerle y dijo que quería regalarle un silbato también, sin embargo Nicolás ya se había adelantado y ya tenía el suyo, y sonriéndo le dijo: Así cuando me necesites siempre estaré ahí y así ambos terminaron de sellar su amistad colgándose ambos silbatos al cuello.

El tiempo seguía su paso, el cuál arrastraba consigo a Danae y a Nicolás también.

Ya con 8 años más y ellos seguían como si el tiempo no les afectara... por lo menos a Nicolás.

Danae por su parte notaba algo en su querido amigo pero no sabía qué; desde pequeño lo conocía, diario lo veía, sin embargo esa mañana de un 21 de marzo notó algo en él que no había visto antes.

Sin darle mucha importancia las cosas siguieron como sin nada.
Danae notó que lo que había visto en su compañero cada día era más notorio. Ya no podía jugar con él como antes, no sabía por qué.

Ella ya no hacía esos sonidos de guerras ni de animales como cuando antes, ahora por alguna extraña razón sentía pena, y bueno... ya eran grandes como para jugar a eso. Por un momento se asustó de sí misma por no saber identificar las cosas, dejó de ver un tiempo a Nicolás, por temor a llegar a desconocerlo completamente y sin querer hacerle algo.

Durante el tiempo en que Nicolás dejó de ver a Danae se sintió extraño, no sólo por que ambos tenían más amigos, pero aún así los juegos de antes ya no eran los mismos. Danae.. ¿Por qué se habría alejado así de él? ¿Por qué su mejor amiga le parecía ahora tan extraña, tan distinta?

Al paso de pocos días Nicolás comenzó a sentir cierta tristeza puesto que hace menos de 20 días había dejado de ver a Danae; rara vez la veía, pero cuando se encontraban ella rápidamente miraba en otra dirección o se iba.

¿Es que acaso le había hecho algo para alejarla? .Nicolás, además de perdido y confundido un día decidió ir a buscar a Danae. Tocó a su puerta y esperó.

Una chica linda de su misma estatura le había abierto la puerta, de rasgos finos y cuerpo menudo, era muy bonita, creyó haber visto a esa chica antes, y sí, la había visto...
Hola.. Nicolás
Hola... ¿Danae?

Esa chica tan linda que no había visto jamás era su mejor amiga, o bueno, lo que quedaba de ella. Había muchos cambios, algunos más notorios que otros, pero no cabía duda de que ésa chica era Danae.

El tiempo que Nicolás se quedó parado en la entrada le fue suficiente a Danae para "inspeccionarlo" también.

Alto y flaco, la ropa un poco sucia al igual que su rostro, sus rasgos más toscos y su cabello revuelto y desaliñado. Sus oscuros ojos la hicieron dudar un momento, pero seguía siendo él.
Vaya, has cambiado mucho dijo Nicolás extrañado.
Si bueno, quizá tú no te hayas visto en un espejo

Después de eso ninguno de los dos dijo nada, el silencio no fue incómodo, de modo que así se dieron tiempo de reconocerse mutuamente.

Con un movimiento de cabeza Nicolás indicó que tenía que irse, y Danae un tanto resignada forzó una sonrisa y le despidió así, él por su parte sonrió como nunca antes… no, como siempre lo había hecho, sin embargo para Danae ésa ya no era una sonrisa cualquiera; cerró la puerta y mirando al cielo, se reflejaron en sus ojos las estrellas.
Danae y Nicolás se veían ya más veces que antes, hasta que un día eso dejó de ocurrir.

Danae no sabía el por qué de la ausencia de su amigo, hasta que un día, caminando por las estrechas y empedradas calles del pueblo notó a un muchacho ensimismado afuera de una casa, mirando por la ventana.

Curiosa se acercó y notó que aquél muchacho emocionado era Nicolás. Tratando de mostrar su mejor sonrisa se acercó silenciosamente para jugarle una broma, pero se detuvo cuando vio que el muchacho se acercaba un poco más hacia la casa.

¿Qué era eso que lo incitaba tanto a mirar hacia dentro?
Si era algo bueno, como mejores amigos que eran Nicolás debió avisarle a Danae en primer plano, pero no fue así.
Ella miró desde lejos hacia la ventana, descubriendo dentro a una linda chica de cabellos brillantes, la cuál se movía por la ventana con gracia, y fijaba su vista en Nicolás.
Danae cerró los ojos y emprendió el camino de ida a casa sin mirar atrás. Sentía algo muy extraño en el pecho que no había sentido antes, notó que fruncía el ceño y que apretaba los puños. Había comenzado a transpirar y no podía dejar de caminar rápido.
No sabía por qué, pero no podía apartarse de la ventana.

Ya le habían advertido a Nicolás con que un día le iban a arrojar algo o alguien saldría a perseguirlo con una escopeta por estar fisgoneando en casas ajenas, pero por alguna extraña razón pensó que quizá valía a pena.
Un día que no pasó frente a la casa se acordó de Danae, ¿Qué sería de ella?; cambió rumbo y se dirigió a visitarla.

Le abrieron la puerta pero ésa vez no fue ella, sino alguien que no había visto antes. De modo que, al no conocer a Nicolás le fue cerrada la puerta en la cara.

Caminó hacia la pequeña plaza donde siempre jugaba con Danae esperando encontrarla ahí, sin embargo sólo encontró a “la dueña de la ventana” pero quizá ahora dueña de algo más…

Danae no pudo soportar cómo Nicolás iba a encontrarse con ella, en ese lugar tan especial donde siempre habían jugado juntos. Intentó moverse, sin embargo, el hecho de ver cómo se tomaban de las manos y se miraban mutuamente no se lo permitió.

¿Por qué no puedes verme como la ves a ella?... ¿Quién te conoce mejor que yo? ¿Qué es lo que debo hacer?

Imágenes vagas pasaban por la cabeza torturada de Danae, lo había perdido, a su mejor amigo, no se había querido dar cuenta, pero el hecho de verlo parado frente a una ventana y sin el silbato que le había regalado ya indicaba mucho, y ella no podía seguirse engañando.

Nicolás pensó en Danae mientras caminaba tomado de la mano de la chica que había visto por la ventana, la extrañaba tanto…
Disculpa, pero tengo que hacer algo importante dijo a la chica mientras soltaba su mano con ligereza y comenzaba a andar en sentido contrario.
Llegó a las puertas de la casa de Danae, pero las ventanas estaban cerradas, y las puertas también. Al acercarse a la puerta delantera notó un pequeño moño negro colgando de ésta.
Había fallecido un pariente de Danae y quizá ella estaría devastada, tenía que estar con ella.

Tocó un par de veces a la puerta y esperó, minutos después abrió la puerta la madre de Danae.

Lo siento mucho señora, disculpa la molestia en estos momentos pero creo que.. bueno…yo debería estar con Danae… comenzó indeciso el muchacho.

La señora guardó silencio un momento y siguió: Danae me dijo que te diera esto susurró la señora y de un bolsillo sacó el silbato y lo depositó
en las manos de Nicolás.

Nicolás, con el pequeño silbato en manos miró con ojos desorbitados a la señora y tal como si éste tuviera la pregunta exacta escrita en la frente la señora respondió:

Hace unos minutos estaba sentada en el tejado, hizo sonar el silbato varias veces pero…
Nicolás sintió que algo muy dentro de él hervía, estallaba y luego abandonaba su cuerpo. Se quedó quieto y en silencio al igual que la madre de Danae.
Ella había sonado el silbato, pero él no había estado ahí cuando lp había necesitado, ella había estado extraña y sentía que quería decirle algo.

Nicolás se quedó con las ganas de decirle a Danae lo linda que estaba, que le gustaban sus ojos y su cabello, y que la quería mucho, sin embargo ya no pudo hacerlo, sin tan sólo le hubiera puesto más atención ,si hubiera escuchado el silbato…

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